Muchos líderes cristianos esperan que se les siga "ciegamente", sin cuestionar
su liderazgo. Y cuando uno cuestiona algunas de sus decisiones, ellos
inmediatamente comienzan a "defenderse" a cómo dé lugar. He aquí la
primera señal de lo que promete ser un liderazgo sospechoso.

El verdadero líder no exige ni espera que se le siga "ciegamente". Está
dispuesto a explicar sus razonamientos sin tomar ofensa y sin sentirse
ofendido cada vez que se le pregunte o demande algo. El problema está en
que pensamos que el liderazgo debe aceptarse "con los ojos cerrados", y no es
así. El liderazgo no se exige ni se demanda; es todo lo contrario, ¡se gana!
¿Cómo es que se gana? Se gana por medio del ejemplo y no por las exigencias
que hace; se gana por el amor y no por la fuerza; se gana por el testimonio y
no por las meras palabras.

Aunque siempre habrán personas dispuestas a seguir al hombre o a la mujer
en el ministerio; la gran mayoría de la iglesia prefiere "seguir" a Cristo
primeramente. Y la verdadera iglesia no se deja engañar ni se mueve
simplemente porque el líder dice que eso es lo que se debe hacer. La Iglesia
verdadera de Cristo no cuestiona el liderazgo de Cristo, pero sí debe hacer
preguntas y asegurarse bien que sus líderes andan en la verdad y no
meramente en sus caprichos personales. El líder falso, o aquel que ya está
perdiendo la visión tiene serios problemas porque el pueblo de Dios no
solamente conoce a Dios sino que también conoce a los que vienen de parte de
Dios.

El líder falso siempre está hambriento del poder y el control sobre los demás.
Y muchas veces usan la sutileza engañosa y diabólica de que Dios les ha
hablado por medio de revalación. La Biblia nos advierte de éstos falsos: "No
cambien fácilmente de manera de pensar ni se dejen asustar por nadie que
diga haber tenido una revelación del Espíritu" (2 Tesalonicenses 2.2, DHH). Por
supuesto, estas escrituras hablan de los días finales y de la venida de nuestro
Señor; pero la enseñanza principal se aplica a toda nuestra vida. En el
momento en que alguien dice: "Dios me dijo" o, "Dios me reveló", todo el
mundo queda en suspenso, esperando recibir las instrucciones de Dios. Y
aunque creo de todo corazón y con todas mis fuerzas que Dios habla y se
revela en nuestros días; también creo que hay personas que "usan" esas
tácticas para manipular y controlar a los demás.

En mi vida yo he tenido "encuentros" con "supuestos profetas", que me han
querido manipular y controlar, porque "Dios les ha revelado algo". Pero a ellos
se les ha olvidado que el Espíritu Santo nos guía y nos da testimonio personal,
o sea, nos da testimonio individualmente de Su perfecta voluntad. Es
interesante cómo éstas personas "se creen que son expertos en la voluntad de
Dios para la vida personal de uno". Una vez me visitó a mi oficina un hombre
con una "revelación" o "mensaje divino", según decía él. Para ese entonces yo
le estaba orando a Dios por una decisión muy importante que debía tomar; y
después de un tiempo "se aparece ese profeta", diciéndome que "tuviera
cuidado con lo que iba a hacer", y que "yo podía confiar en él, porque Dios lo
había enviado a ayudarme". Mientras él me "revelaba" su mensaje "profético",
en mi interior yo era avisado de parte de Dios que no le confiara nada a este
individuo. Amados hermanos, Dios no se equivoca; Dios es un Dios de orden.
Más tarde pude ver las evidencias de la falsedad de este individuo, que sólo
tenía una agenda personal y egoísta.

Los días en que vivimos son muy peligrosos y cruciales. No podemos "seguir
ciegamente" a los hombres, aunque éstos afirmen que "hablan con la
autoridad de Dios". La Biblia nos amonesta sobre esto: "Amados míos, no
crean nada por el simple hecho de que les afirmen que es mensaje de Dios.
Póngalo a prueba primero, porque en este mundo hay muchos maestros
falsos" (1 Juan 4.1, LBD). La Biblia Dios Habla Hoy lo expone así: "Queridos
hermanos, no crean ustedes a todos los que dicen estar inspirados por Dios,
sino póngalos a prueba, a ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios o no".
Esta amonestación bíblica es bien seria. La Iglesia sigue a Cristo y no a los
hombres. El verdadero liderazgo espiritual comprende esta verdad y la acepta
porque ellos también son seguidores de Cristo. Todo aquel que tiene
problemas con esto o que se siente amenazado cuando la Iglesia "pone las
cosas a prueba" (como nos enseña la Palabra), es porque "son líderes falsos",
o que van por ese rumbo.

La Biblia nos dice que los cristianos de Berea (Hechos 17.10-12), tenían buenos
sentimientos, o sea, eran nobles de corazón. Ellos recibieron el mensaje y las
instrucciones de Pablo con alegría, y día tras día acudían a la Palabra de Dios
para asegurarse que se les estaba enseñando la verdad. Estoy seguro que el
apóstol no se sentía molesto ni amenazado; todo lo contrario: los hermanos de
Berea aceptaban el liderazgo y ministerio de Pablo, porque éste se
conformaba a la Palabra de Dios. Así debe ser hoy. Y los líderes no deben
sentirse ofendidos cuando "probamos sus palabras y motivos" con la Palabra
de Dios.

Al único que se puede seguir con confianza absoluta es Jesucristo. Cristo no
nos desvía del camino ni de la verdad. Él es nuestro fiel Guía. Cuando
confiamos en Él con todo el corazón y con todas nuestras fuerzas, vivimos
victoriosamente.
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